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Lo que siempre me ha sorprendido, cuando alguien se queja que tiene problemas sexuales, es la dificultad que tiene para relacionar su problema con algún problema en la relación con su pareja, sea con su pareja eventual o de larga duración. Pocas personas consiguen relacionar el problema sexual con algún síntoma de que algo no va bien en la relación de pareja. Si esto último te ocurre a ti, es posible que esa dificultad en relacionar ambas cosas se deba a que la sexualidad la tomes como una simple necesidad biológica, como un simple instinto, pulsión o energía que necesita ser descargada.

Nuestro sustrato como seres humanos es biológico, pero puede que te olvides que eres biología mediatizada, vehiculada y condicionada por nuestra cultura; por las ideas, valores y creencias de nuestro entorno social.

Culturizamos nuestras necesidades biológicas, es decir, utilizamos la sexualidad para relacionarnos, para dar sentido a la relación con nuestra pareja, para comunicarnos con ella. Por eso puedes decir que la sexualidad será buena si la relación con tu pareja es buena, y no como habitualmente he oído: “para que una pareja vaya bien la sexualidad tiene que ir bien”, o sea, la buena sexualidad es consecuencia de que la pareja se lleve bien, de que en la pareja fluyan los buenos sentimientos.

Muchos hombres jóvenes llegan a la consulta con quejas de impotencia, me dicen que han ido al urólogo, el cual no les ha encontrado nada, otros se quejan de que eyaculan demasiado pronto y los hay que refieren no poder eyacular. Estas son las tres principales razones por las que los hombres jóvenes temen sufrir un trastorno sexual. Tal vez estos problemas los sufran de siempre o tal vez, dichos problemas sexuales, los padecen con ciertas parejas en concreto.

Las mujeres que acuden con quejas sexuales les ocurre un tanto parecido. Refieren falta de apetito sexual, que la penetración les resulta dolorosa o que no logran experimentar placer. Estos problemas puede que los sufran desde siempre o únicamente con la pareja actual.

Como ves hay dos categorías de trastornos sexuales. Los más habituales son los derivados de los conflictos con tu pareja, conflictos que normalmente no seas conscientes de ellos. Y están los trastornos que quizás sufras de siempre, desde tu primera experiencia sexual.

Cuando el trastorno lo conoces de siempre, o sea que es independiente de la pareja, es un trastorno que tiene que ver con el miedo o las prohibiciones asociados al hecho sexual, miedos y prohibiciones que aprendes en tu entorno social.

Si las dificultades en manifestar tu sexualidad datan de siempre, la terapia resulta un poco más laboriosa. En este caso hay que explorar y cambiar o modificar las ideas que despiertan miedo o prohibición en tu sexualidad.

Si dichas dificultades sexuales no han sido siempre así, significa que algo ocurre o ha ocurrido en la relación con tu pareja. No siempre significa algo grave; puede que se deba a un mal entendido, a no mostrarte totalmente abierto o a una falta de confianza con tu actual pareja. Son actitudes que te impiden mantenerte relajado ante la pareja. Si estas tenso o con miedo la sexualidad no puede funcionar bien.

Puede que nunca hayas tenido dificultades sexuales, y un buen día notas una dificultad no habitual, en tal caso no te atormentes ni te alarmes será fácil localizar el problema y solucionarlo. Enseguida podré detectar la idea o el evento que infunde miedo y tensión en la relación con tu pareja.

 

JOSE CANO

Soy psicólogo clínico, psicoterapeuta e hipnoterapeuta. Desde hace 27 años, trato los problemas psicológicos de los adultos. Mi orientación psicoterapeuta es ecléctica, aunque soy especialista en “Psicoterapia Dinámica Breve” (enfoque fundamental para entender y tratar los trastornos emocionales) y soy miembro de la “Sociedad Hipnológica Científica”.

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