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Después de muchos años en la profesión de psicoterapeuta puedo afirmar que la aplicación de la hipnosis me ha permitido entender el enfoque ecléctico. Ecléctico no significa que para cada caso se aplicará los principios de una determinada orientación, sino que todos los principios válidos de todas las orientaciones se dan al mismo tiempo en cada caso, dicho de otro modo, tales principios se sintetizan para conformar un nuevo modelo psicoterapéutico; uno se guía por lo que expresa el inconsciente de la persona en lugar de guiarse por las propias interpretaciones.

Cuando, constantemente, usamos la hipnosis, todas las corrientes actualmente conocidas se confunden en una sola debido a que la herramienta hipnótica nos permite trabajar directamente con el inconsciente, esa parte de la mente que no se ve sujeta o limitada a las situaciones inmediatas y, por lo tanto, abre la puerta a los códigos de nuestra mente, códigos con los que aprehendemos la realidad y que han quedado registrados a lo largo del ciclo vital.

Es de suponer que todos los modelos de tratamiento psicológico inciden de un modo u otro en el subconsciente. El paradigma conductista hace alusión a las leyes del aprendizaje para explicar la conducta patológica y/o la falta de adaptación a un contexto dado. El psicoanálisis y las psicoterapias derivadas de este modelo aducen que los trastornos de hoy son causados por las experiencias traumáticas del pasado. Otros modelos defienden tener que trabajar con las cogniciones y creencias erróneas. En otros se enfoca el problema en las representaciones de las personas de influencia y de cómo las posicionamos socialmente, de cómo son tomadas para generar nuestra identidad. En definitiva, todos los modelos tendrán que trabajar con el subconsciente (aunque no se admita explícitamente), con esa parte de la mente de la que no podemos hablar de ella, sino solo hablar con ella.

Al trabajar con un sujeto hipnotizado lo hacemos con su inconsciente, con ese personaje interior que es capaz de colocarse en metaposición, o sea, que se ve así mismo fuera del contexto, lo que permite realizar una perfecta autoobservación, y, por consiguiente, detectar los estímulos físicos y relacionales, que condicionan y provocan las correspondientes emociones, así como hacer una mejor lectura del significado de las situaciones relacionales. Hablamos, dialogamos, proponemos e incluso tratamos de convencer al subconsciente con la misma disposición que habitualmente lo hacemos con cualquier persona en estado de vigilia. La diferencia estriba en que cuando queremos suprimir en una persona cualquier miedo o conflicto mediante la argumentación consciente, esto es, a través del dialogo en estado de vigilia, comprobamos lo poco fructífero que resultan tales intentos.

Yo diría que relacionarnos con ese personaje interior o subconsciente es utilizar un modelo psicoterapéutico especifico, es hablar de un enfoque centrado en los sujetos, en personas concretas. Con lo que acabo de mencionar no pretendo apropiarme de un principio o premisa del modelo humanista, sino que defiendo el enfoque ecléctico, por lo que, muchas veces, será inevitable utilizar conceptos y terminología característicos de los modelos de mayor relevancia. Para los legos, para los poco expertos e, incluso, para los que poseen una mayor experiencia en la aplicación de la hipnosis, pero que, tal vez, se vean anclados en un determinado enfoque, la hipnosis puede resultar una simple herramienta aplicable a un modelo concreto. Los que defendemos la “hipnoterapia” como modelo psicoterapéutico tenemos en cuenta las aportaciones de las demás corrientes en el tratamiento psicológico, sabemos que es fundamental tener presente ciertas premisas del paradigma psicoanalítico, conductista y sistémico, pero tales ideas no agotan la explicación del fenómeno de los “trastornos psicológicos”. Por encima de las explicaciones de cualquier corriente psicológica se sitúa la cultura, ese gran programa con el que, a través del proceso de enculturación, todos construimos nuestra mente, esto es, los significados y los valores que condicionan nuestro modo de ser y comportarnos. Y la enculturación es un proceso muy individual, de ahí que solo la mente de cada persona pueda explicar las causas del problema psicológico que se pretenda resolver. Solo la mente del sujeto conoce el verdadero significado y su correspondiente afecto de cualquier acontecer, de cualquier relación social o interpersonal. Los premios y castigos que refuerzan una conducta u otra son determinados por los valores personales, valores fundamentados en la cultura del entorno, pero, también, moldeados por la mente de cada sujeto.

Este modelo no trabaja con categorías nosológicas o trastornos, sino con personas, con el mapa de códigos de cada persona. Es evidente que, las ideas aportadas al pensar en un “trastorno psicológico” deben ser tomadas en consideración, pero sabiendo que casi siempre serán ideas instrumentales. La experiencia nos enseña los peligros que entraña la búsqueda de un diagnostico. Practicamos psicoterapia para generar cambios en el sujeto que sufre y no para categorizarlo. Pensemos en el peligro iatrogénico cuando comunicamos un diagnostico a alguien, pensemos en nuestra actitud tendenciosa cuando nos dejamos dirigir por la idea de un diagnostico.

Todo modelo psicoterapéutico trata, en última instancia, de reestructurar las ideas generadoras de conflicto o trastorno psicológico. Y se podría objetar que para llevar a cabo dicha tarea se precisa del sostén de un modelo psicológico que sirva de guía, ya que tal modelo nos expondría los fundamentos de la psicología del ser humano, y de ahí se explicarían las causas de los trastornos; y que, por lo tanto, la hipnoterapia no puede ser categorizada como modelo psicoterapéutico por carecer de modelo psicológico. Contra tal objeción tengo que defender que los que trabajamos en hipnoterapia nos inclinamos por el modelo ecléctico, modelo que toma lo válido de los tres principales enfoques psicoterapéuticos para conformar uno nuevo.

 

JOSE CANO

Soy psicólogo clínico, psicoterapeuta e hipnoterapeuta. Desde hace 27 años, trato los problemas psicológicos de los adultos. Mi orientación psicoterapeuta es ecléctica, aunque soy especialista en “Psicoterapia Dinámica Breve” (enfoque fundamental para entender y tratar los trastornos emocionales) y soy miembro de la “Sociedad Hipnológica Científica”.

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