600 714 594

El concepto de identidad y el tener que buscar nuestra identidad, dos ideas atractivas y difíciles de entender. En algún tiempo pensaba, como creo que le ocurre a mucha gente, que la identidad era esa idea que tenemos de nosotros mísmos con la que nos reconocemos, una imagen de nosotros que debe ser inmutable y que, además, tenemos la obligación de conocer lo más pronto posible.

Sin uno pensar en el concepto de identidad, nos reconocemos perteneciendo a grupos de personas por un motivo u otro, a un lugar en el que vivimos, a una nacionalidad, a un genero etc. Hablar de pertenencia y de identidad parece ser lo mismo, o por lo menos la pertenencia es un factor importante para conformar la identidad. El problema empieza cuando creemos que la imagen de nosotros con la que nos reconocemos es inmutable, y todavia peor cuando nos afanamos en encontrar nuestra identidad porque consideramos que esta no queda clara para nosotros.

En realidad, a nadie se le ocurre buscar su identidad si no ha recibido sugerencias al respecto, si no te han hecho creer que es algo que debes conocer, importante para tu desarrollo personal. El tener que encontrar tu identidad es una construcción cultural.

A cierta edad y en cierto contexto socio-cultural, te puedes sentir atrapado en la creencia que tienes que lograr reconocerte en una clara y defitiva idea de ti mísmo. De ese modo, considerarás que debes saber cuales son tus propios discursos y criterios a la hora de opinar o pronunciarte respecto de ideologias, aficiones, gustos, intenciones, preferncias, vocaciones… De tal modo que cuando defiendes lo que son tus ideas y discursos, si lo haces con firmeza, seguro que no dudarás de tu identidad. Realmente eso es lo que ocurre cuando te emocionas a la hora de expresarte, porque te identificas con lo que defiendes. Hasta los discursos y criterios propios se convierten en una pertenencia, en una posesión.

En principio no hay nada de patológico en mostrar emoción o vehemencia al manifestar tus ideas, no corresponde a ningún trastorno psicológico. Pero a veces, esa actitud a la hora de defender esos rasgos identitarios, puede esconder algún problema psicológico. Otro asunto a destacar es si te crees en la necesidad de encontrar tu identidad, en tal caso te digo que la identidad, ese espejo en el que nos vemos reflejados, es algo que surge espontaneamente, no hay que hacer ningún esfuerzo y, sobre todo, no tienes que sentirte obligado a encontrar ese “espejo” en el cual reconocerte. Tienes que sentirte libre para cuestiionarte muchas cosas y no dar por sentado muchas creencias, ideas y discursos. Aunque no es fácil sentirse autorizado en dudar de las ideas que tus gupos más cernanos defienden, querrás, como todo el mundo, ser aceptado por tu grupo social, sentirte que perteneces a dicho grupo.

Si alguien me dice que busca su identidad o que se preocupa por ella, enseguida pienso que eso es un mero subterfugio, que, en realidad, no puede focalizar su malestar psicológico.

Lo que vale la pena, en muchas ocasiones, es deconstruir ciertos aspectos de nuestra identidad, digo ciertos aspectos porque no se trata de cuestionarlo todo. No tiene sentido ni conviene cestionarte todo aquello que te aporta orgullo, pero sí cuestionarte las ideas o comportamientos que te generan un conflicto interior o te hacen sentirte incomodo. Puedes advertir que empiezas a experimentar incomodidad ante un grupo social hacia el cual profesabas un sentimiento de pertenencia, entonces te conviene analizar como se ha construido esa pertenencia. Vale la pena liberarse de las ideas que te atan a un grupo social que te aporta malestar psíquico.

Hay un asunto en relación a la identidad que considero que es lo más importante a tener en cuenta y, en su caso, a tratar. Se trata de los modelos de personas con los cuales has construido parte de tu identidad. Todos sin darnos cuenta -por ser un proceso inconsciente- adoptamos o emulamos los rasgos de algunas personas de nuestro entorno social, amenudo de personas allegadas. En ciertos momentos nos sentimos o interpretamos el rol de esa persona. Esa identificación con alguien puede llegar o ser una dificultad para tu desarrollo personal. Tal vez, tu mísmo puedes darte cuenta que alguna conducta tuya te recuerda a alguien, generalmente alguien cercano. No tienes que pensar en que esa identificación sea algo patológico, pero, como ya he dicho, en ocasiones sí que limita tu comportamiento, tu personalidad.

 

JOSE CANO

Soy psicólogo clínico, psicoterapeuta e hipnoterapeuta. Desde hace 27 años, trato los problemas psicológicos de los adultos. Mi orientación psicoterapeuta es ecléctica, aunque soy especialista en “Psicoterapia Dinámica Breve” (enfoque fundamental para entender y tratar los trastornos emocionales) y soy miembro de la “Sociedad Hipnológica Científica”.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Para cumplir con la nueva Ley de Protección de datos y que tus datos estén a salvo, debes  leer y aceptar la Política de Privacidad de mi web.

Reglamento General de Protección de Datos. Información a conocer.

Cumplimos con la RGPD (Registro General de Protección de Datos. Nueva normativa existente

  • Responsable: José Cano Devesa
  • Finalidad: Responder al mensaje que me envías a través de este formulario.
  • Legitimación: Tu consentimiento de que quieres comunicarte conmigo.
  • Destinatarios: Tus datos serán guardados en Soluciones Web On Line, S.L., mi proveedor de email y hosting y que también cumple con el RGPD.
  • Derechos: Tienes derecho a acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos.