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Seguramente tengas un concepto claro de lo que es una secta, ya que hoy en día la idea de secta forma parte del imaginario colectivo; sin embargo, me he encontrado con personas, en mayor o menor medida instruidas e inteligentes, dejarse seducir por grupos sectarios e incluso entrar a formar parte como miembro de la secta. Es algo así como enamorarse de alguien de quien en los primeros momentos de conocerle te hubiese parecido imposible sentir algo por él.

Debo aclarar que, al hablar de sectas, doy por sentado, desde una perspectiva psicológica, que las sectas, en alguna medida, son todas perniciosas. Entiendo que algunos autores distinguen sectas perniciosas y sectas que no lo son; para mi todo grupo en el que prevalecen las actidudes sectarias será un grupo pernicioso para sus miembros, aunque tal grupo no sea considerado como secta propiamente dicho.

La idea tradicional de secta te hace imaginarte a un grupo de personas que se aislan socialmente para comunicarse solo entre ellos, sus miembros siguen una doctrina determinada, una doctrina defendida por el líder del grupo, a quien todos los miembros siguen y admiran. Pero tengo que añadir aspectos más ocultos para el gran público que son propios y fundamentales en toda secta, como es la agradable emoción que embarga a sus miembros al sentirse diferentes a los demás fuera del grupo, una diferencia que indica superioridad moral y de conciencia, esto es, sentirse portadores de una verdad que los de fuera del grupo desconocen; también está la familiaridad que se crea entre sus miembros, lo cual ser miembro te lleva a sentirte arropado, a sentirte querido y valorado; a ser alguien en un grupo social. En mi opinión, la familiaridad creada y la sobrevaloración de tu persona son los aspectos que atraen al nuevo miembro de una secta.

La atracción que ejerce la secta sobre sus nuevos miembros es insidiosa, por eso, quien se ve tendado a entrar en una secta no puede darse cuenta a donde se mete, los aspectos ocultos antes mencionados te atraen, no puedes pensar que te adentras en una secta. Las sectas propiamente dichas no se anuncian como tal, te hacen ver la “maldad y la injusticia” del mundo que te rodea, que son la causa de tus frustraciones e insastisfacciones. Si pasas por un mal momento, serás más vulnerable para dejarte seducir por los sugestivos discursos de una secta.

Las sectas se las puede contemplar formando parte de una dimensión que yo llamo “dependencia patológica de los demás” (ver artículos en relación a dicho tema). Las consideradas en extremo perniciosas son las que someten, a sus miembros, a cambios radicales en sus relaciones afectivas anteriores al ingreso en la secta, como es el apartarse de las propias familias y amistades para orientar los afectos de apego exclusivamente a los miembros del grupo sectario y, además, dichos miembros se ven abocados a entreguarse a la total voluntad del líder (la figura del líder puede tomar distintas denominaciones: gurú, maestro, guía…) Cuando un grupo de personas presenta los aspectos que acabo de mencionar, no tengas dudas de que te encuentras ante una secta, y además la llamaremos perniciosa. Pero puedes argüir que no siempre será fácil detectar una verdadera secta, porque un grupo de personas pueden profesar una doctrina o creencia, e incluso admirar a quien lidera dicho grupo, y, sin embargo, mantener los afectos de cariño por las personas de apego de toda la vida. Yo estoy de acuerdo con este argumento, por eso prefiero aportar el concepto de “actitudes sectarias”, actitudes que encontramos en muchos grupos sociales. Las actitudes sectarias ocurren entre los miembros de un grupo que profesan una doctrina, creencia o defienden un discurso que les hace sentirse exclusivos en el medio socio-cultural al cual pertenecen. Lo que les hace sentirse exclusivos, diferentes y superiores (moralmente, psicológicamente o intelectualmente) es la creencia de poseer una sabidura o unos conocimientos que permiten ser conocedores de ciertas verdades absolutas en relación a temas sociales, espirituales, psíquicos o de salud. Si te sientes poseedor de una doctrina que explica la verdad absoluta sobre la espiritualidad, sobre los asuntos sociales o sobre la salud, te sentirás poseedor de un poder que los demás no tienen, disponer de cualquier poder te confiere una sensación de superioridad sobre las demás personas de tu entorno; sin embargo, esta sensación, es algo que acorta y estrecha tu campo de visión de la realidad.

Podrías sostener que llegar a sentirte superior o especial es algo deseado por cualquiera y, aunque reduce el campo de visión de la realidad, no tiene porque perjudicarte psicológicamente. En efecto pertenecer a una secta o a un grupo que sostiene actitudes sectarias, no significa sufrir un trastorno psicológico, pero sí sufrir una dependencia patológica de los demás, porque te encuentras con que no puedes discrepar o confrontar ideas con los miembros del grupo, te ves impedido de dudar sobre cualquier detalle del discurso que predomina en el grupo; todo lo cual presupone un peligro psicológico potencial.

Recuerda que la capacidad de pensar libremente está siempre en nosotros, a pesar del miedo a perder el apoyo del grupo a cual presuntamente perteneces.

 

JOSE CANO

Soy psicólogo clínico, psicoterapeuta e hipnoterapeuta. Desde hace 27 años, trato los problemas psicológicos de los adultos. Mi orientación psicoterapeuta es ecléctica, aunque soy especialista en “Psicoterapia Dinámica Breve” (enfoque fundamental para entender y tratar los trastornos emocionales) y soy miembro de la “Sociedad Hipnológica Científica”.

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